Soluciones en la mano del Pueblo
El panorama nacional es tan o más desolador que el que nos muestran los medios de comunicación y las agencias de noticias con relación a la propagación del coronavirus por el mundo, con su secuela de muertes y paralización de las actividades humanas.
Pandemia que se agrava día a día, negociados infames con la salud y la vida de la gente, parálisis económica, hambre y miseria en los hogares bolivianos, insubordinación de cúpulas de milicos, impunidad para los parientes de la presidenta y para sus grupos de paramilitares, cárcel y persecución al pueblo masista.
Lo anterior es sólo una muestra del caos total al que nos estamos acercando vertiginosamente y que requiere, como los grandes males, grandes soluciones. ¿Dónde se encuentran ellas? En la iniciativa, la creatividad, la organización y la movilización de la gente. Multitudes que quieren ser escuchadas y no mandoneadas, pueblos que piden atención y no represión, jóvenes que demandan ser tomados en cuenta y no encarcelados.
Esto significa, en buen romance, decirle chau a la dictadura de Jeaninne Añez, Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, para recuperar y restaurar las libertades democráticas. Libertades que, en esta grave crisis nacional, suponen la elección libre de un gobierno fuerte, legítimo y con amplia base popular y consenso, capaz de emprender una profunda transformación del Estado y sus instituciones. La solución a este drama es, por cierto, una solución política y no parches «técnicos» y parciales.
La sabiduría popular, en ese sentido histórico, se manifiesta cotidianamente a través de sus organizaciones naturales, clamando Elecciones ya!.
En el otro extremo, un candidato perdedor de ultraderecha pide un gobierno de unidad para, así lo dice Chi, «primero arreglar la economía» y luego lo demás. Es decir, reforzar a esta dictadura que se cae a pedazos para perpetuarse el tiempo suficiente para acabar privatizando todo incluidos los servicios de salud.
El dilema es cada vez más evidente. O el pueblo asume su destino a través de sus legítimos representantes electos por voto democrático, o la autocracia de los iluminados e ilustrados Mesa, Chi, Camacho y demás fauna, termina por empujarnos al abismo neoliberal.